Benevento Mágica
'nguento 'nguento, llevame a la Nuez de Benevento,
sobre el agua y sobre el viento,
y sobre todo otro mal tiempo— Matteuccia de Todi, confesiones bajo tortura, 1428
La nuez de Benevento (o el nocio 'e Beneviente) era un nogal inmenso donde se celebraba el Sabbat de las Brujas.
Árbol sagrado de Júpiter, poseedor de poderes curativos que pueden convertirse en venenos nocivos. Por su forma, que recuerda a los testículos por fuera y al cerebro por dentro, sus frutos se asociaban a propiedades mágicas.
Hay varias hipótesis sobre la posición real de la Ripa de las Janaras, es decir, la orilla del río Sabato donde se encontraba el nogal, una de estas la quiere en un desfiladero llamado Stretto di Barba, cerca de Ceppaloni, en la frontera entre Benevento y Avellino. Según otros, se encontró en la actual zona de Santa Colomba o Piano delle Cappelle.
Los orígenes del mito se pierden en los tumultuosos acontecimientos de la ciudad y chocan con el trabajo de conversión de los lombardos al cristianismo entre Isis, Odín y las Janaras.
La ciudad de la Diosa Isis
Diosa de muchas facultades, honor del sexo femenino.
Amabile, que haces reinar la dulzura en las asambleas,
enemiga del odio.
Tú reinas en lo Sublime y en lo Infinito.
Triunfas fácilmente sobre los déspotas con tus leales consejos. Eres tú quien, sola, encontraste a tu hermano (Osiri),
que gobernaste bien el barco, y le diste
un entierro digno de él.
Tu quieres que las mujeres se unan a los hombres.
Tu eres la Señora de la Tierra
¡Hiciste el poder de las mujeres igual al de los hombres!—Papiro de Oxyrinus nº 1380
Los obeliscos egipcios atestiguan la persistencia de un Templo de la Diosa Isis erigido por Domiciano hacia el 88 d. C.
El egiptólogo Hans Wolfgang Müller, al catalogar los restos egipcios encontrados en Benevento en 1969, la declaró al igual que Roma como el mayor centro de hallazgos egipcios fuera de Egipto.
En el mito de Isis y Osiris se dice que la dea Rica en Misterios, divinidad del amor y de la fecundidad, era hija del Cielo y de la Tierra, hermana de Seth y de Osiris, a quien ya amaba desde el vientre de la madre y con el que civilizó el mundo como faraones.
Tomado de los celos Seth mató a su hermano Osiris y lo encerró en un sarcófago que arrojado al Nilo fue encontrado en Biblos en la costa del Líbano.
En busca de su esposo/hermano, Isis llegó a la ciudad bajo disfraz de mortal ganándose la confianza de la reina Nemano. Descubierta por la reina mientras colocaba al infante príncipe sobre un brasero ardiente, Isis se vio obligada a revelar su naturaleza divina y el significado de ese rito para garantizar la inmortalidad del niño.
Así se le entregó el sarcófago de Osiris y quedó embarazada de él en un vano intento de resucitarlo, generando Horus.
Seth encontró a Osiris y esta vez desmembró su cuerpo y encerró a su hermana. Pero Isis fue liberada por las siete diosas escorpión y juntas partieron como una tormenta en busca de los restos de su hermano quien lo momificó para resucitarlo y reencontrarse con él para vivir para siempre reinando en el Inframundo.
De este mito podemos deducir los caracteres mágicos de la Diosa, conectados a la inmortalidad y la resurrección de los muertos.
La dinastía ptolemaica también la veneraba como protectora de los marineros. Su culto se extendió por todo el mundo helenístico llegando a Roma donde con la llegada de Cleopatra y César quienes construyeron varios templos, rápidamente floreció especialmente entre las mujeres romanas.
En Roma, los atributos de Isis fueron asimilados a los de Cibeles, Deméter y Ceres.
El templo de Isis en Pompeya se puede admirar todavía hoy. En estos numerosos templos que se erigieron en su honor los fieles podían entrar y orar, y la gran cantidad de sacerdotes y sacerdotisas difundieron el culto a través de una predicación activa posteriormente imitada por el cristianismo.
Los cristianos también imitaron su iconografía para representar la figura de la Virgen María, en particular la que tiene a Jesús/Horus en sus brazos.
El culto continuó hasta el siglo VI, para cesar públicamente bajo la presión de los predicadores cristianos, particularmente contrarios al culto mágico de la Diosa venerada en su triple aspecto que incluía a Hécate y Diana.
El templo de Isis en Benevento fue probablemente destruido por las invasiones bárbaras, pero los cultos isiacos pueden haber sobrevivido clandestinamente.
San Pedro y San Genaro
Se dice que fue el mismo San Pedro quien envió a San Fotino (desdè el griego Pohteinos que significa iluminado) a Benevento como primer obispo.
El obispo más ilustre fue seguramente San Genaro, algunas tradiciones atestiguan que el patrón de Nápoles nació en la ciudad de Benevento.
Odín y las brujas
La coexistencia de diferentes cultos transcurrió en paz hasta 663, cuando el obispo San Barbato, cuyas reliquias se conservan en la Catedral de Benevento, convirtió a los lombardos convenciéndolos de que la amenaza de las tropas bizantinas de Constant II fue un castigo divino para sus cultos paganos.
La particular aversión hacia el culto isíaco deriva del carácter incestuoso de la Diosa Isis (hermana y esposa de Osiris), de ser hechicera y curandera y de las similitudes con Odín, una divinidad nórdica importada por los lombardos.
De hecho, los lombardos veneraban con el dios Wothan (Odín) una víbora dorada, a menudo alada, que recuerda al caduceo de Mercurio al que el dio nórdico estaba asociado, y es plausible que también lo asociaran a Isis en cómo dominatriz de las serpientes.
Otro elemento que acerca Isis a Odín es que este es, como Osiris, un psicopompo, un barquero de almas en el bardo de la vida a la muerte.
Asociado al Sabbat de las Brujas estaba en cambio el ritual que los caballeros lombardos solían realizar alrededor de un nogal golpeando, en medio de los gritos de incitación de sus mujeres, una piel de cabra que se reducía en jirones para celebrar a Odín, sacrificado y desgarrado como Osiris y consumido en eucaristía por los fieles para reunirse con la Madre Tierra.
Este mito hace eco al de Yggdrasill, el árbol cósmico de la mitología nórdica, cuyo nombre significa la horca de Yggr, otro nombre de Óðinn, ya que el dios se colgó allí durante nueve días y nueve noches atravesado por una lanza sacrificándose "sí mismo a sí mismo" para alcanzar un conocimiento superior.
Las Janaras
Sanadoras y expertas en hierbas medicinales eran también las Dianare, sacerdotisas de Diana, diosa romana de la Luna.
Otras tradiciones remontan el significado de la palabra a ianua, la puerta sobre la que se colocaba una escoba o granos de sal para bloquear el paso de las brujas, especialmente en los establos, para evitar que secuestraran a las yeguas, que entregaban agotadas y con las trenzas a la melena. Las Janaras también eran consideradas expertas en hierbas narcóticas y otros ungüentos mágicos, y en todo tipo de maldades.
La escoba de sorgo también la usaban para volar, el lugar predilecto para despegar era el puente de las janaras, que fue destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
En el Samnium hay varias leyendas relacionadas con las brujas, una de estas pretende que sean la causa de la misteriosa aparición de deformidades físicas en los niños de los quales se dice que "'a janara ll'è passato dinto 'u trepète (la janara lo puso en el trípode) donde ' u trepète es el trípode del hogar, un gesto que se hace eco del rito de Isis con el hijo de la reina Nemano.
Por lo tanto, es plausible que todos estos aspectos odiosos de las Janaras fueran el resultado de los esfuerzos de San Barbato por borrar de la memoria el poder que Isis había otorgado a las mujeres al igualarlas con los hombres.
Pero las Janaras no son las únicas brujas de Benevento.
La Zucculara es una bruja coja que merodea por el barrio Triggio. Tú también, paseando de noche cerca de los antiguos muros del Teatro Romano, podías oír el paso cojo de Hécate deambulando por los trivii con solo una pezuña.
La Manalonga es la bruja de manos largas de San Lupo, que arrastra a sus víctimas a los pozos.
San Bernardino de Siena, muy misericordioso con los pecadores, menciona varias veces a las brujas de Benevento en sus sermones, acusándolas de toda maldad.
En 1486, entre los primeros textos impresos gracias a la invención de Gutenberg, se encontraba el manual del perfecto torturador eclesiástico, el Malleus Maleficarum. Con este libro fue más fácil extorsionar a las desdichadas acusadas de brujería las fórmulas que utilizaban para llegar a la Nuez de Benevento.
Para más información (en italiano): Immersivita.it - Las Janaras, la nuez de Benevento y las otras brujas